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Melo Aguiñaga Moises, Allison Beltran, Daniella Corona, Isaias Contreras

lunes, 14 de marzo de 2011

Lecturas

Pico della Mirandola

Discurso sobre la dignidad del hombre


He leído en los antiguos escritos de los árabes, padres venerados, que Abdala el Sarraceno, interrogado acerca de cuál era a sus ojos el espectáculo más maravilloso en esta escena del mundo, había respondido que nada veía más espléndido que el hombre. Con esta afirmación coincide aquella famosa de Hermes: "Gran milagro, oh Asclepio, es el hombre".
Sin embargo, al meditar sobre el significado de estas afirmaciones, no me parecieron del todo persuasivas las múltiples razones que son aducidas a propósito de la grandeza humana: que el hombre, familiar de las criaturas superiores y soberano de las inferiores, es el vínculo entre ellas; que por la agudeza de los sentidos, por el poder indagador de la razón y por la luz del intelecto, es intérprete de la naturaleza; que, intermediario entre el tiempo y la eternidad es (como dicen los persas) cópula, y también connubio de todos los seres del mundo y, según testimonio de David, poco inferior a los ángeles. Cosas grandes, sin duda, pero no tanto como para que el hombre reivindique el privilegio de una admiración ilimitada. Porque, en efecto, ¿no deberemos admirar más a los propios ángeles y a los beatísimos coros del cielo?
Pero, finalmente, me parece haber comprendido por qué es el hombre el más afortunado de todos los seres animados y digno, por lo tanto, de toda admiración. Y comprendí en qué consiste la suerte que le ha tocado en el orden universal, no sólo envidiable para las bestias, sino para los astros y los espíritus ultramundanos. ¡Cosa increíble y estupenda! ¿Y por qué no, desde el momento que precisamente en razón de ella el hombre es llamado y considerado justamente un gran milagro y un ser animado maravilloso?
Pero escuchen, oh padres, cuál sea tal condición de grandeza y presten, en su cortesía, oído benigno a este discurso mío.
Ya el sumo Padre, Dios arquitecto, había construido con leyes de arcana sabiduría esta mansión mundana que vemos, augustísimo templo de la divinidad.
Había embellecido la región supraceleste con inteligencia, avivado los etéreos globos con almas eternas, poblado con una turba de animales de toda especie las partes viles y fermentantes del mundo inferior. Pero, consumada la obra, deseaba el artífice que hubiese alguien que comprendiera la razón de una obra tan grande, amara su belleza y admirara la vastedad inmensa. Por ello, cumplido ya todo (como Moisés y Timeo lo testimonian) pensó por último en producir al hombre.
Entre los arquetipos, sin embargo, no quedaba ninguno sobre el cual modelar la nueva criatura, ni ninguno de los tesoros para conceder en herencia al nuevo hijo, ni sitio alguno en todo el mundo donde residiese este contemplador del universo. Todo estaba distribuido y lleno en los sumos, en los medios y en los ínfimos grados. Pero no hubiera sido digno de la potestad paterna el decaer ni aun casi exhausta, en su última creación, ni de su sabiduría el permanecer indecisa en una obra necesaria por falta de proyecto, ni de su benéfico amor que aquél que estaba destinado a elogiar la munificencia divina en los otros estuviese constreñido a lamentarla en sí mismo.
Estableció por lo tanto el óptimo artífice que aquél a quien no podía dotar de nada propio le fuese común todo cuanto le había sido dado separadamente a los otros. Tomó por consiguiente al hombre que así fue construido, obra de naturaleza indefinida y, habiéndolo puesto en el centro del mundo, le habló de esta manera:
-Oh Adán, no te he dado ni un lugar determinado, ni un aspecto propio, ni una prerrogativa peculiar con el fin de que poseas el lugar, el aspecto y la prerrogativa que conscientemente elijas y que de acuerdo con tu intención obtengas y conserves. La naturaleza definida de los otros seres está constreñida por las precisas leyes por mí prescriptas. Tú, en cambio, no constreñido por estrechez alguna, te la determinarás según el arbitrio a cuyo poder te he consignado. Te he puesto en el centro del mundo para que más cómodamente observes cuanto en él existe. No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses. Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que Son divinas.
¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suma y admirable suerte del hombre al cual le ha sido concedido el obtener lo que desee, ser lo que quiera!
Las bestias en el momento mismo en que nacen, sacan consigo del vientre materno, como dice Lucilio, todo lo que tendrán después. Los espíritus superiores, desde un principio o poco después, fueron lo que serán eternamente. Al hombre, desde su nacimiento, el padre le confirió gérmenes de toda especie y gérmenes de toda vida. Y según como cada hombre los haya cultivado, madurarán en él y le darán sus frutos. Y si fueran vegetales, será planta; si sensibles, será bestia; si racionales, se elevará a animal celeste; si intelectuales, será ángel o hijo de Dios, y, si no contento con la suerte de ninguna criatura, se repliega en el centro de su unidad, transformando en un espíritu a solas con Dios en la solitaria oscuridad del Padre, él, que fue colocado sobre todas las cosas, las sobrepujará a todas.
¿Quién no admirará a este camaleón nuestro? O, más bien, ¿quién admirará más cualquier otra cosa? No se equivoca Asclepio el Ateniense, en razón del aspecto cambiante y en razón de una naturaleza que se transforma hasta a sí misma, cuando dice que en los misterios el hombre era simbolizado por Proteo. De aquí las metamorfosis celebradas por los hebreos y por los pitagóricos. También la más secreta teología hebraica, en efecto, transforma a Henoch ya en aquel ángel de la divinidad, llamado "malakhha-shekhinah", ya, según otros en otros espíritus divinos. Y los pitagóricos transforman a los malvados en bestias y, de dar fe a Empédocles, hasta en plantas. A imitación de lo cual solía repetir Mahoma y con razón: "Quien se aleja de la ley divina acaba por volverse una bestia". No es, en efecto, la corteza lo que hace la planta, sino su naturaleza sorda e insensible; no es el cuero lo que hace la bestia de labor, sino el alma bruta y sensual; ni la forma circular del cielo, sino la recta razón, ni la separación del cuerpo hace el ángel, sino la inteligencia espiritual.
Por ello, si ves a alguno entregado al vientre arrastrarse por el suelo como una serpiente no es hombre ése que ves, sino planta. Si hay alguien esclavo de los sentidos, cegado como por Calipso por vanos espejismos de la fantasía y cebado por sensuales halagos, no es un hombre lo que ves, sino una bestia. Si hay un filósofo que con recta razón discierne todas las cosas, venéralo: es animal celeste, no terreno. Si hay un puro con templador ignorante del cuerpo, adentrado por completo en las honduras de la mente, éste no es un animal terreno ni tampoco celeste: es un espíritu más augusto, revestido de carne humana.
¿Quién, pues, no admirará al hombre? A ese hombre que no erradamente en los sagrados textos mosaicos y cristianos es designado ya con el nombre de todo ser de carne, ya con el de toda criatura, precisamente porque se forja, modela y transforma a sí mismo según el aspecto de todo ser y su ingenio según la naturaleza de toda criatura.
Por esta razón el persa Euanthes, allí donde expone la teología caldea, escribe: "El hombre no tiene una propia imagen nativa, sino muchas extrañas y adventicias". De aquí el dicho caldeo: "Enosh hushinnujim vekammah tebhaoth baal haj", esto es, el hombre es animal de naturaleza varia, multiforme y cambiante.
Pero ¿a qué destacar todo esto? Para que comprendamos, desde el momento que hemos nacido en la condición de ser lo que queramos, que nuestro deber es cuidar de todo esto: que no se diga de nosotros que, siendo en grado tan alto, no nos hemos dado cuenta de habernos vuelto semejantes a los brutos y a las estúpidas bestias de labor.
Mejor que se repita acerca de nosotros el dicho del profeta Asaf: “Ustedes son dioses, hijos todos del Altísimo”. De modo que, abusando de la indulgentísima liberalidad del Padre, no volvamos nociva en vez de salubre esa libre elección que Él nos ha concedido. Invada nuestro ánimo una sacra ambición de no saciarnos con las cosas mediocres, sino de anhelar las más altas, de esforzamos por alcanzarlas con todas nuestras energías, dado que, con quererlo, podremos.
Desdeñemos las cosas terrenas, despreciemos las astrales y, abandonando todo lo mundano, volemos a la sede ultra mundana, cerca del pináculo de Dios. Allí, como enseñan los sacros misterios, los Serafines, los Querubines y los Tronos ocupan los primeros puestos. También de éstos emulemos la dignidad y la gloria, incapaces ahora desistir e intolerantes de los segundos puestos. Con quererlo, no seremos inferiores a ellos. Pero ¿de qué modo? ¿Cómo procederemos? Observemos cómo obran y cómo viven su vida.
Si nosotros también la vivimos (y podemos hacerlo), habremos igualado ya su suerte. Arde el Serafín con el fuego del amor; fulge el Querubín con el esplendor de la inteligencia; está el trono en la solidez del discernimiento. Por lo tanto, si, aunque entregados a la vida activa, asumimos el cuidado de las cosas inferiores con recto discernimiento, nos afirmaremos con la solidez estable de los Tronos. Si, libres de la acción, nos absorbemos en el ocio de la contemplación, meditando en la obra al Hacedor y en el Hacedor la obra, resplandeceremos rodeados de querubínica luz. Si ardemos sólo por el amor del Hacedor de ese fuego que todo lo consume, de inmediato nos inflamaremos en aspecto seráfico.
Sobre el Trono, vale decir, sobre el justo juez, está Dios, juez de los siglos. Por encima del Querubín, esto es, por encima del contemplante, vuela Dios que, como incubándolo, lo calienta. El espíritu del Señor, en efecto, "se mueve sobre las aguas". Esas aguas, digo, que están sobre los cielos y que, como está escrito en Job, alaban a Dios con himnos antelucanos. El seráfico, esto es, amante, está en Dios y Dios está en él: Dios y él son uno solo.
Grande es la potestad de los Tronos y la alcanzaremos con el juicio; suma es la sublimidad de los Serafines y la alcanzaremos con el amor.
Pero ¿cómo se puede juzgar o amar lo que no se conoce? Moisés amó al Dios que vio y promulgó al pueblo, como juez, lo que primero había visto en el monte. He aquí por qué está el Querubín en el medio, con "su luz que nos prepara para la llama seráfica" y, a la vez, nos ilumina el juicio de los Tronos.
Este es el nudo de las primeras mentes, el orden paládico que preside la filosofía contemplativa: esto es lo que primero debemos emular, buscar y comprender para que así podamos ser arrebatados a los fastigios del amor y luego descender prudentes y preparados a los deberes de la acción. Pero si nuestra vida ha de ser modelada sobre la vida querubínica, el precio de tal operar es éste: tener claramente ante los ojos en qué consiste tal vida, cuáles son sus acciones, cuáles sus obras. Siéndonos esto inalcanzable, somos carne y nos apetecen las cosas terrenas, apoyémonos en los antiguos Padres, los cuales pueden ofrecemos un seguro y copioso testimonio de tales cosas, para ellos familiares y allegadas.
Preguntemos al apóstol Pablo, vaso de elección, qué fue lo que hicieron los ejércitos de los querubines cuando él fue arrebatado al tercer cielo. Nos responderá como interpreta Dionisio: que se purificaban, eran iluminados y se volvían finalmente perfectos.
También nosotros, pues, emulando en la tierra de la vida querubínica, refrenando con la ciencia moral el ímpetu de las pasiones, disipando la oscuridad mental con la dialéctica, purifiquemos el alma, limpiándola de las manchas de la ignorancia y del vicio, para que los afectos no se desencadenen ni la razón delire.
En el alma entonces, así compuesta y purificada, difundamos la luz de la filosofía natural, llevándola finalmente a la perfección con el conocimiento de las cosas divinas.
Y para no restringimos a nuestros Padres, consultemos al patriarca Jacob, cuya imagen refulge esculpida en la sede de la gloria. El patriarca sapientísimo nos enseñará que mientras dormía en el mundo terreno, velaba en el reino de los cielos. Nos enseñará mediante un símbolo (todo se presentaba así a los patriarcas) que hay escalas que del fondo de la tierra llegan al sumo cielo, distinguidas en una serie de muchos escalones: en la cúspide: se sienta el Señor, mientras los ángeles contempladores alternativamente suben y bajan. Y si nuestro deber es hacer lo mismo imitando la vida de los ángeles, ¿quién osará, pregunto, tocar las escalas del Señor o con los pies impuros o con las manos poco limpias? Al impuro, según los misterios, le está vedado tocar lo que es puro.
Pero, ¿qué son estos pies y estas manos? Sin duda el pie del alma es esa parte vilísima con que se apoya en la materia como en el suelo: y yo la entiendo como el instinto que alimenta y ceba, pábulo de líbido y maestro de sensual blandura. ¿Y por qué llamaremos manos del alma a lo más irascible que, soldado de los apetitos por ellos combate y rapaz, bajo el polvo y el sol, pilla lo que el alma habrá de gozar adormilándose en la sombra? Para no ser expulsados de la escala como profanos e inmundos, estos pies y estas manos, esto es, toda la parte sensible en que tienen sede los halagos corporales que, como suele decirse, aferran el alma por el cuello, lavemos con la filosofía moral, como en agua corriente.
Pero tampoco bastará esto para volverse compañero de los ángeles que deambulan por la escala de Jacob si primero no hemos sido bien instruidos y habilitados para movernos con orden, de escalón en escalón, sin salir nunca de la rampa de la escala, sin estorbar su tránsito. Cuando hayamos conseguido esto con el arte discursivo y raciocinante y ya animados por el espíritu querúbico, filosofando según los escalones de la escala, esto es, de la naturaleza, y escrutando todo desde el centro y enderezando todo al centro, ora descenderemos, desmembrando con fuerza titánica lo uno en lo múltiple, como Osiris, ora nos elevaremos reuniendo con fuerza apolínea lo múltiple en lo uno como los miembros de Osiris hasta que, posando por fin en el seno del Padre, que está en la cúspide de la escala, nos consumaremos en la felicidad teológica.
Y preguntemos al justo Job, que antes de ser traído a la vida hizo un pacto con el Dios de la vida, qué es lo que el sumo Dios prefiere sobre todo en esos millones de ángeles que están junto a él. "La Paz", responderá seguramente, según lo que se lee en su propio libro: "[Dios es] Aquél que hace la paz en lo alto de los cielos". Y puesto que el orden medio interpreta los preceptos del orden superior para los inferiores, las palabras del teólogo Job nos sean interpretadas por el filosofo Empédocles. Éste, como lo testimonian sus carmenes, simboliza con el odio y con el amor, esto es, con la guerra y con la paz, las dos naturalezas de nuestra alma por las cuales somos levantados al cielo o precipitados a los infiernos. Y él, arrebatado en esa lucha y discordia, a semejanza de un loco, se duele de ser arrastrado al abismo, lejos de los dioses.
Sin duda, oh Padres, múltiple es la discordia en nosotros; tenemos graves luchas internas peores que las guerras civiles. Si queremos huir de ellas, si queremos obtener esa paz que nos lleva a lo alto entre los elegidos del Señor, sólo la filosofía moral podrá tranquilizarlas y componerlas. Si, sobre todo, nuestro hombre establece tregua con sus enemigos y frena los descompuestos tumultos de la bestia multiforme y el ímpetu, el furor y el asalto del león. Entonces, si más solícitos de nuestro bien, deseamos la seguridad de una paz perpetua, ésta vendrá y colmará abundantemente nuestros votos: muertas la una y la otra bestia, como víctimas inmoladas, quedará sancionado entre la carne y el espíritu un pacto inviolable de paz santísima. La dialéctica calmará los desórdenes de la razón tumultuosamente mortificada entre las pugnas de las palabras y los silogismos capciosos. La filosofía natural tranquilizará los conflictos de la opinión y las disensiones que trabajan, dividen y laceran de diversos modos el alma inquieta. Pero los tranquilizará de modo de hacernos recordar que la naturaleza, como ha dicho Heráclito, es engendrada por la guerra y por eso llamada por Homero “contienda”.
Por eso no puede damos verdadera quietud y paz estable, don y privilegio, en cambio, de su señora, la santísima teología. Ésta nos mostrará la vía hacia la paz y nos servirá de guía, y la paz viendo de lejos que nos aproximamos, "Vengan a mí", gritará, "ustedes que están cansados, vengan y los restauraré, vengan a mí y les daré la paz que el mundo y la naturaleza no puede darles".
Tan suavemente llamados, tan benignamente invitados, con alados pies como terrenos Mercurios, volando hacia el abrazo de la beatísima madre, la ansiada paz gozaremos; paz santísima, indisoluble unión, amistad unánime por la cual todos los seres animados no sólo coinciden en esa Mente única que está por encima de toda mente, sino que de un modo inefable se funden en uno sólo. Esta es la amistad que los pitagóricos llaman el fin de toda la filosofía, ésta la paz que Dios actúa en sus cielos y que los ángeles que descendieron a la tierra anunciaron a los hombres de buena voluntad para que también los hombres, ascendiendo al cielo, por ella se volviesen ángeles.
Esta paz auguremos a los amigos, auguremos a nuestro siglo, auspiciemos en toda casa en que entremos, invoquémosla para nuestra alma para que vuelva así morada de Dios, para que, expulsada la impureza con moral y con la dialéctica se adorne con toda la filosofía como con áulico ornamento, corone el frontón de las puertas con la diadema de la teología, de modo que así descienda sobre ella el Rey de la gloria y, viniendo con el Padre, ponga mansión con ella. Y si el alma se ha hecho digna de tal huésped, ya que la bondad de Él es inmensa, revestida de oro como de veste nupcial y de la múltiple variedad de las ciencias, acogerá el magnífico huésped no ya como huésped, sino como esposo, con tal de no ser de Él separada, deseará apartarse de su gente y, olvidada de la Casa de su padre y hasta de sí misma, ansiará morir para vivir en el esposo a cuya vista es preciosa la muerte de los santos. Muerte he dicho, si muerte puede llamarse esa plenitud de vida cuya meditación de los sabios dijeron que era el estudio de la filosofía.
Y también invocamos a Moisés, en poco inferior a esa rebosante plenitud de sacrosanta e inefable inteligencia con cuyo néctar los ángeles se embriagan. Oiremos al juez venerando dictarnos así leyes, a nosotros que habitamos en la desierta soledad del cuerpo: “Aquéllos que, aún impuros, necesiten de la moral, habiten con el vulgo fuera del tabernáculo, bajo el cielo descubierto como los sacerdotes tesalios, hasta que estén purificados. Aquéllos, en cambio, que ya compusieron sus costumbres, acogidos en el santuario, no toquen todavía las cosas sagradas, sino, a través de un noviciado dialéctico, como celosos levitas presten servicio en los sagrados oficios de la filosofía. Admitidos al fin también ellos, contemplen, en el sacerdocio de la filosofía, ya el multicolor, es decir, sidéreo ornamento del palacio de Dios, ya el celeste candelabro de siete llamas, ya los elementos de piel, para que, acogidos finalmente en las profundidades del templo por méritos de la sublimidad teológica, apartado todo velo de imágenes, de la gloria de la divinidad. Esto ciertamente nos ordena Moisés y, ordenando así, nos aconseja, nos incita y nos exhorta a preparamos por medio de la filosofía, mientras podamos, el camino de la futura gloria celeste.
Pero no sólo los misterios mosaicos y los misterios cristianos, sino asimismo la teología de los antiguos nos muestra el valor y la dignidad de estas artes liberales de las cuales he venido a discutir. ¿Qué otra cosa quieren significar, en efecto, en los misterios de los griegos los grados habituales de los iniciados, admitidos a través de una purificación obtenida con la moral y la dialéctica, artes qué nosotros consideramos ya artes purificatorias? ¿Y esa iniciación, qué otra cosa puede ser sino la interpretación de la más oculta naturaleza mediante la filosofía?
Y finalmente, cuando estaban así preparados, sobrevenía la famosa Epopteia, vale decir, la inspección de las cosas divinas mediante la teología. ¿Quién no desearía ser iniciado en tales misterios? ¿Quién, desechando toda cosa terrena y despreciando los bienes de la fortuna, olvidado del cuerpo, no deseará, todavía peregrino en la tierra, llegar a comensal de los dioses y, rociado del néctar de la eternidad, recibir, criatura mortal, el don de la inmortalidad? ¿Quién no deseará estar así inspirado por aquella divina locura socrática, exaltada por Platón en el Fedro, ser arrebatado con rápido vuelo a la Jerusalén celeste, huyendo con el batir de las alas y de los pies de este mundo, reino maligno?
¡Oh sí, que nos arrebaten, oh padres, que nos arrebaten los socráticos furores sacándonos fuera de la mente hasta el punto de ponernos a nosotros y a nuestra mente en Dios!
Y ciertamente que por ellos seremos arrebatados si antes hemos cumplido todo cuanto está en nosotros; si con la moral, en efecto, han sido refrenados hasta sus justos límites los ímpetus de las pasiones, de modo que éstas se armonicen recíprocamente con estable acuerdo: si la razón procede ordenadamente mediante la dialéctica, nos embriagaremos, como excitados por las Musas, con la armonía celeste. Entonces Baco, señor de las Musas, manifestándose a nosotros, vueltos filósofos, en sus misterios, esto es, en los signos visibles de la naturaleza, los invisibles secretos de Dios, nos embriagará con la abundancia de la mansión divina en la cual, si somos del todo fieles como Moisés, la sobreviniente santísima teología nos animará con dúplice furor.
Sublimados, en efecto, en su excelsa atalaya, refiriendo a la medida de lo eterno las cosas que son, que fueron y que serán, y observando en ellas la original belleza, cual febeos vates, sus amadores alados, hasta que, puestos fuera de nosotros en un indecible amor, poseídos por un estro y llenos de Dios como Serafines ardientes, ya no seremos más nosotros mismos, sino Aquél que nos hizo.
Los sacros nombres de Apolo, si alguien escruta a fondo sus significados y los misterios encubiertos, demuestran suficientemente que este dios era filosofo no menos que poeta. Pero habiendo ya copiosamente ilustrado esto Ammonio, no hay razón para que yo lo trate de otra manera. Recordemos, no obstante, oh padres, los tres preceptos délficos indispensables a aquéllos que están por entrar en el sacrosanto y augustísimo templo, no del falso sino del verdadero Apolo que ilumina toda alma que viene a este mundo: verán que no reclaman otra cosa que no sea abrazar con todas nuestras fuerzas aquella triple filosofía sobre la que ahora discutimos.
En efecto, aquel medén agan, esto es, "nada con exceso", prescribe rectamente la norma y la regla de toda virtud según el criterio del justo medio, del cual trata la moral. Y el famoso gnothi seautón, esto es, "conócete a ti mismo", incita y exhorta al conocimiento de toda la naturaleza, de la cual el hombre es intersticio y como connubio. Quien, en efecto, se conoce a sí mismo, todo en sí mismo conoce, como ha escrito primero Zoroastro y después Platón en Alcibíades. Finalmente, iluminados en tal conocimiento por la filosofía natural, próximos ahora a Dios y pronunciando el saludo teológico Él, esto es, Tú eres, llamaremos al verdadero Apolo familiar y alegremente.
Interrogaremos también al sapientísimo Pitágoras, sabio sobre todo por no haberse nunca considerado digno de tal nombre. Nos prescribirá en primer lugar, "No sentamos sobre el celemín", esto es, no dejar inactiva aquella parte racional con la cual el alma mide todo, juzga y examina, sino dirigirla y mantenerla pronta con el ejercicio y la regla de la dialéctica. Nos indicará luego dos cosas que hay que primero evitar: "Orinar frente al Sol" y "Cortarnos las uñas durante el sacrificio". Sólo cuando con la moral hayamos expulsado de nosotros los apetitos superfluos de la voluntad y hayamos despuntado las garras ganchudas de la ira y los aguijones del ánimo, sólo entonces empezaremos a intervenir en los sagrados misterios de Baco, de los cuales hemos hablado, y a dedicarnos a la contemplación de la cual el Sol es merecidamente reputado padre y señor. Nos aconsejará, en fin, "alimentar el gallo", de saciar con el alimento y la celeste ambrosía de las cosas divinas la parte divina de nuestra alma. Es éste el gallo cuyo aspecto teme y respeta el león, esto es toda potestad terrena. Es éste el gallo al cual según Job fue dada la inteligencia. Al canto de este gallo se orienta el hombre extraviado. Este es el gallo que canta cada día al alba, cuando los astros matutinos alaban al Señor. Este es el gallo que Sócrates moribundo, en el momento en que esperaba reunir lo divino de su alma con la divinidad del Todo y ya lejos del peligro de enfermedad corpórea, dijo ser deudor a Esculapio, o sea, el médico de las almas.
Examinemos también los documentos de los caldeos y, si les damos fe, encontraremos que en virtud de las mismas artes se abre a los mortales la vía de la felicidad. Escriben los intérpretes caldeos que fue sentencia de Zoroastro que el alma era alada y que, al caérseles las alas, se precipita al cuerpo y vuelve a volar al cielo cuando de nuevo le crecen. Habiéndole preguntado los discípulos de qué modo podrían volver al alma apta para el vuelo, con las alas bien emplumadas, respondió: "Rociar las alas con las aguas de la vida". Y habiéndole preguntado a su vez dónde podrían alcanzar estas aguas, les respondió, según su costumbre, con una parábola: "El paraíso de Dios está bañado e irrigado por cuatro ríos: alcancen allí las aguas salvadoras". El nombre del río que corre en el Septentrión se dice Pischon, que significa justicia; el del ocaso tiene por nombre Dichon, vale decir, expiación; el de oriente se llama Chiddekel, y quiere decir luz, y el que corre, en fin, a mediodía, se llama Perath, y se puede interpretar fe. Fíjense, oh padres, y consideren con atención el significado de estos dogmas de Zoroastro. No significan, ciertamente, sino que purifiquemos la legañosidad de los ojos con la ciencia moral, como con ondas occidentales; que con la dialéctica, como un nivel boreal, fijemos atentamente la mirada; que luego debemos habituamos a soportar en la contemplación de la naturaleza de la luz todavía débil de la verdad, como primer indicio del sol naciente; hasta que, por último, mediante la piedad teológica y el santísimo culto de Dios, podamos resistir vigorosamente, como águilas del cielo, el fulgurante esplendor del sol a mediodía.
Estos son, acaso, los conocimientos matutinos, meridianos y vespertinos cantados primero por David y después explicados más ampliamente por Agustín. Esta es la luz esplendente que inflama directa a los Serafines y que al par ilumina a los Querubines. Esta es la razón a que siempre tendía el padre Abraham. Este es el lugar donde, según la enseñanza de los cabalistas y los moros, no hay sitio para los espíritus inmundos.
FIN


Blas Pascal

El ser humano: “caña pensante”

“El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza; pero es una “caña..pensante”
“No hace falta que el Universo entero se arme para aplastarlo, un vapor, una gota de agua, bastan para matarle. Pero aun cuando el Universo le aplastara, el hombre todavía será más noble que lo que le mata, porque sabe que muere y conoce lo que el Universo tiene de ventaja sobre él, y el Universo no sabe nada de esto”.


El problema de la inmortalidad y el argumento de la “apuesta”.

Pascal insiste en que no existe problema tan merecedor de meditación y esclarecimiento como el de la muerte y la suerte ultratumba:
“La inmortalidad del alma es una cosa que nos importa TANTO, que nos toca tan profundamente nuestras acciones y nuestros pensamientos habrán de emprender caminos tan diferentes, según haya bienes eternos que esperar o no. Así nuestro primer interés y nuestro primer deber consiste en ponernos de acuerdo sobre este punto, del que depende toda nuestra conducta.”


Renacimiento

El hecho mas caracteristico para que sucediera esto es el descubrimiento de América 1492 o bien la caida de constantinopla en 1453.
En sentido literal, Renaciemiento significa nuevo nacimiento o vuelta a nacer. En sentido histórico el Renacimiento alude al redescubrimiento de la cultura clásica; es decir, la recuperación de los valores grecolatinos en diversas disciplinas como el arte, la literatura, la filosofia y la ciencia.
una de las formas que revoluciono o marco esta era fue la imprenta:



Francis Bacon (1561-1626)



Su principal aporte conciste en la renovación de la lógica, en la cual desestima la metodología silogística y las categorías de Aristoteles.
Propone una nueva teoria del metodo basada en la observación, la experiencia y la inducción. Es lo que explica en su famosa obra Novum Organum.
Lo que garantiza la verdad es partir siempre de los hechos o fenomenos reales mediante la observación directa y siguiendo el proceso inductivo: ir de lo particular a lo general.
esta metodoloía experimental de Bacon instaura lo que será una constante de la filosofía anglosajona, la cual solemos calificar como empirismo.


Giordando Bruno (1545-1600)




El decia que la tierra no estaba quieta por siempre.
Una de las tesis más arriesgadas de Bruno es que el Universo participa de la infinitud y la eternidad. El cosmos tiene vida y alma, lo que el filósofo llama anima mundi (es decir, el alma del mundo.) Incluso puede afirmarse que no sólo el ser humano, sino, todo lo creado conserva una huella divina.


René Descartes (1596-1650)



El proposito fundamental de Descartes es construir un edificio filosófico, firmemente asentado sobre principios tan bien pensados y demostrados que en adelante ya no pudieran ser negados ni cuestionados. 
Implica dos juicios. El primero consiste en que la mayoria del saber anterior adolece de oscuridad, confusión e incertidumbre "casi todas la cuestiones divinas y humanas"; el segundo consiste en declarar todas las fallas, retrocesos y mezclas de verdad y error que observamos en la historia del saber humano tienen su origen en la carencia de un metodo bien estructurado y aplicable.
Reglas para la direccion del espíritu:
a) no admitir jamas como cosa verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo es.
b)dividir cada una de las dificultades que fuera examinado en tantas partes o aspectos como fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solucion.
c)conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos mas simples.
d)consiste en hacer de todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro no omitir nada.

Blas Pascal (1623-1662) 

 

Nacido en Francia, como Descartes, mostró desde su adolescencia dotes extraordinarios para las matemáticas y las ciencias naturales: a los 12 años demostró los principios de la geometría, a los 16 compuso un tratado sore las secciones cónicas, a los 19 invento una “maquina aritmética”.
En fin, estamos ante un científico, matemático, filósofo, teólogo, escritor etc..
Pascal nos dejó sus consideraciones sobre la naturalezaa del hombre o, en términos más modernos sobre la condición humana.
Pascal aprueba el metodo cartesiano, abre una alternativa a la razón, el corazón y no a la intuición.

Filosofía medieval

Durante el siglo V diversos pueblos del centro y norte europeo invadieron los países occidentales del Imperio Romano; Italia, Espeña, Inglaterra....
se da la participacion de tres movimientos religiosos los cuales son "Judios, Cristianos e Islamicos; cada uno de ellos tenia su libro sagrado para los Islamicos era el Corán y para los Judios y Cristianos la Biblia.
Los filósofos siempre subordinanrán la razón a la fe, la palabra del hombre a la palabra de Dios.

Averroes (1126-1198)


Figura más destacada de la filosofía Islamica; bajo la influencia de Aristóteles fue que incluso a otorgar prioridad al saber racional sobre la fe.
el divide al hombre en tres categorias:
1.-Vulgo "a las personas que les basta el conocimiento simple y literal del Corán"
2-.Maestros "capaces de leer y explicar el contenido del Corán"
3-.Sabios(hombres de demostracion) "aspiran al saber cientifico"

Profesa la existencia de dos entendimientos: uno inmaterial, separado de las realidades materiales concretas, que es el entendimiento del mundo, y el otroel entendimiento humano, que entra en contacto con el primero.

De el se le conoce tambien la teoria de la "Doble verdad" La verdad de la fe y la verdad de la razón. 

Maimónides 



En Dios se identifica la escencia y la existencia, el pensamiento y la acción, la sabiduria y la omnipotencia; de Dios llegamos a saber en sentido propio no lo que es sino lo que no es; y cuando los teólogos y filósofos se atreven a definir lo divino, están siempre en riesgo de atribuirle intenciones,cualidades y conductas de carácter humano.


Santo Tomás de Aquino (1225-1274)



Uno de los principales retos a los que se enfrenta Santo Tomás en este tema es el de defender la posibilidad del conocimiento de Dios sin que se rebaje la calidad de su ser. Es preciso mantener una posición equilibrada que nos aleje de dos extremos: afirmar la posibilidad del conocimiento de Dios pero a costa de aproximar demasiado su ser a las cosas del mundo (con el peligro de su antropomorfización); en el otro extremo tendríamos la preocupación radical de separar a Dios del mundo y con ello la tentación de negar la posibilidad de su conocimiento, defendiendo únicamente un conocimiento negativo de su ser o la posibilidad de acceso arracional (por la mística, por ejemplo). Santo Tomás empleará varios recursos para mantener una cierta equidistancia entre estas posiciones extremas: la afirmación: afirmaremos de Dios únicamente aquellas propiedades puras que no traen consigo imperfección alguna; la negación: obtenemos un concepto negativo de Dios negando de Dios las propiedades de las criaturas que implican imperfección: Dios es inmóvil, acto puro, inmutable, simple;  la eminencia diremos que Dios posee de forma infinita las perfecciones que encontramos en las criaturas: bondad, inteligencia, voluntad. Por su parte, la analogía nos recuerda que las palabras empleadas para pensar a Dios no tienen exactamente el mismo significado que poseen cuando las empleamos para referirnos a las cosas finitas (no tienen un significado unívoco), pero tampoco equívoco, sino analógico, en parte igual y en parte distinto.


La filosofía al servicio de la teología.

Gullermo Fraile sintetiza las funciones que Tomas de Aquino atribuye a la razón en el discurso del pensamiento cristiano así:
  1. Demostración racional: Con todo rigor cientifico de los “preámbulos de fe”.
  2. Función declarativa y la explicativa: De los articulos de la fe, no para penetrar los misterios en sí mismos, si no para hacerlo inteligibles, en cuanto cabe, a la razón humana.
  3. Funcion deductiva: desentreñando los datos de la fe y deduciendo conclusiones con las reglas de la dialectica.
  4. Función rodenadora y sistematizadora.
  5. Función defensiva: No para demostrar las verdades de la fe, si no para deshacer los argumentos contrarios.
“Porque tal existencia según Tomás de Aquino, no es evidente para la razón, si no que necesita ser probada.”

Filosofía y Fé

Los temas que los filósofos abordan no son ya los que caracterizaban a los primeros pensadores del mundo griego y romano. si bien continuan siendo los mismos problemas, su tratamiento es completamente diferente, porque el método y los principios de pensamiento han cambiado.

Filón de Alejandría


La vida y el pensamiento de Filón se ubican en la encrucijada de tres tradiciones culturales que aparecerán una y otra vez en sus obras: el helenismo, el legalismo romano y la fe judía.
Para Filón la sabiduría hebrea no es mítica sino "alegórica". El metodo alegorico se basa en la creencia de que los textos biblicos encierran un doble sentido: uno literal, de facil comprensión para cualquier lector, y otro simbolico y misterioso, accesible sólo a las mentes espirituales o iluminada.
Filón establece un distanciamiento infinito entre la esfera de lo divino: trascendente, incognoscible, perfectísimo, y el reino de las realidades naturales: inconsistentes, mudables, corruptibles; para salvar el abismo entre ambas esferas naturale, Filón concibe una serie jerarquica de seres intermediarios: el Logos o sabiduría personalizada y virtudes, los ángeles y el hombre.

San Agustín


Se concentró en el estudio de las dos únicas realidades trascendentes: Dios y el alma. a la ciencia le compete conocer las realidades del mundo de las cosas; a la sabiduria, las realidades eternas. 




Filosofía helenística y grecorromana

A Alejandro Magno le basataron 33 años para adueñarse de toda Grecia y luego extender sus conquistas a lo que se conoce como Oriente Medio (Egipto, Siria) y adentrarse en alguna regiones de la India. A partir de esto hubo una expansion de la civilizacion griega, al tiempo que esta misma quedo sometida a multiples unfluencias por parte de los pueblos mediterraneos; este proceso resultante recibe el nombre de Helenismo.
Al pensamiento helenístico se le conoce tambien como filosofía grecorromana; esta ligada más a la concepción socrática de la filosofía, es decir, menós tepricas y más vital y práctica; se ibuco en (I a. C. a IV d. C.).

Epicuro  (Epicureismo)

La filosofía de Epicuro se basa en cuatro principios fundamentales que son remedios para una vida feliz: No hay ningún motivo para temer a los dioses, porque no pueden llegar a nosotros de ninguna manera, ni para ayudarnos, ni para castigarnos, por tanto ni los temores ni las plegarias tienen ninguna utilidad. No hay tampoco motivo para temer a la muerte, porque no es nada para nosotros, mientras vivimos no está presente y cuando está presente nosotros ya no estamos. El dolor y el mal son fáciles de evitar. Ningún sufrimiento dura mucho tiempo y cuanto más agudo menos tiempo permanece. El placer y el bien son fáciles de conseguir. Donde hay placer no hay pesar ni sufrimiento

El estoicismo

Se inicia en Grecia hacia fines del siglo IV y principios del siglo II a. C., bajo las orientaciones de Zenón y Crisipo y fue parte del cristianismo, profesaron el gobierno divino del universo, la naturaleza espiritual del alma y su posible inmortalidad, la practica de la virtud sobre la busqueda del placer.

Lucio Anneo Séneca 


Séneca nacido en la actual ciudad andaluza de Córdoba, desde muy joven vivió en la capital del Imperio, donde llegó a ocupar puestos políticos de importancia, fue condenado a morir por que lo involucraron en una conspiracion contra Nerón.
 El nos decia el ser es un microcosmos, un reflejo de un pequeño universo. En el universo reina un orden perfecto, regido por la razón suprema de los dioses; alos seres humanos les corresponde adecuar su conducta a ese orden cósmico "vive conforme a la naturaleza"
 El ideal del vivir humano lo encarna el "sabio" El lema conductual dictamina con rigor imperativo: "sustine et abstine".



domingo, 13 de marzo de 2011

Aristóteles (384-322 a. C.)

Alumno de Platón; Aristóteles nace en estagira, ciudad de macedonia, región que entonces pertenecia a Grecia; fue hijo de un medico, el ingresa a la academia de Platón donde desde sus 16 años permanece hasta que tiene 36, primero lo hace como estudiante y luego como maestro.
El regresa a Macedonia donde se hace cargo de la educacion de Alejandro, hijo del rey filipo.
Aristóteles instruia a su alumno con la idea de unir a los griegos y asi superar las rivalidades entre Atenas y Esparta.
Aristóteles crea el Liceo; en esta academia se le pone gran importancia a la investigacion de las ciencias naturales, principalmente a la fisica y la biologia.
Aristoteles tiene que salir de Atenas despues de la muerte de Alejandro Magno y lo hace por la hostilidad de los macedonios por tener el poder, el se va a la isla de Eubea dond muere en el año 322 a.C.

La lógica de Aristóteles

Aristóteles centra mucho su folosofia a lo que llamó lógica, sigue un camono distinto a el de su maestro, Aristoteles fijará su interés en la forma, es decir, lo que hay de comun y general a todo pensamiento.
La lógica aristotélica se basa en un principio que seguramente conoces y que necesariamente has utilizado: es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo y bajo la misma circunstancia, a lo que se llamo principio de contradicción de que uno no puede ser lo que es lo otro.
Aristoteles hizo diferentes categorias a las cosas las cuales son ocho:
1.-Sustancia: El sujeto
2.-Cantidad: Todo aquello que encierra una cantidad.
3.-Cualidad: Lo que cualifica.
4.- Relación: Cuando consideramos al sujeto en su relación con otros seres
5.-Lugar: Determinar donde está
6.-Tiempo: Nos referimos a cuándo es, cuándo deja de ser, cuándo fue, o cuánto tardó
7.-Actividad: Nos referimos a las cosas por lo que hacen
8.- Pasión: Se habla de las cosas por lo que padecen.

El movimiento de las causas que marcaba Aristóteles tenia dos factores el acto y potencia. El ser en potencia es propio de la materia, mientras que el ser acto es propio de la forma.
La clave pues, de la etica aristotélica, está en saber juzgar. En tener la capacidad de reflexionar y tomar la mejor decision cuendo se enfrentan conflictos; teoria del justo medio" la virtud se define como no indiferencia ante las cosas" necesidad de ecidir.












sábado, 12 de marzo de 2011

Platón "Conocer es recordar"



Fue un filósofo griego alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles.
Nacido en Atenas en una familia aristocratica , entró en contacto con Sócrates hacia sus veinte años. 
Escribio los primeros dialogos, catalogados como juveniles uno de los mas importantes es Apología, relata la autodefensa hecha por Sócrates ante los jueces.
Fundo la academia, centro de investigacion y de enseñanza.
Platón viajó por Silicia, Egipto y a otros paises del mediterraneo su motivo por el que viajó a estos lugares fue para instaurar los ideales sociales, politicos y educativos que elaboro en su obra Republica, por eso tambien lo llamaban "el viajero".
Algo que Platón hizo que Sócrates nunca lo quizo hacer fue redactas sus obras ya que Sócrates no quizo escribir nada mientras que Platón dedicó la mayor parte de su vida a redactar las obras que llevan el nombre generico de Diálogos. 


La busqueda de la verdad en donde Platón centra mucho su filosofia; el reconocia que la fuente primordial de nuestro saber eran los sentidos pero considera que en ellos no reside el conocimiento; el nos dice que los sentidos seria una opinion que en griego se llama doxa; mientras que solo por la razón alcanzamos la ciencia, que en griego se llama episteme.
"La diferiencia entre la ciencia y la opinion es la participacion de la razón". 
Lo que queira saber Platón es cómo encontramos esas razones; el metodo que el  utilizo fue el metodo de la Dialectica "descubrir y validar el conocimiento" 
dialectica significa, tomar las ideas en su coexion consigo mismas, con sus opuestos y con otras ideas.

El mundo de las cosas y el mundo de las "ideas".

platón indicaba que existen dos mundos, el mundo de las cosas y el mundo de las ideas; decia que las ideas existen de manera separada de las cosas; para el las ideas son los seres, mientras que las cosas que existen en el mundo y que son corruptibles, lo serian solo porque tienen algo de esas ideas. Dualismo Ontologico "teoria que enuncia que hay dos formas de ser" 

Platón distingue dos naturalezas dentro del hombre: el alma inmortal y el cuerpo mortal.
el hombre para Platón es ose define como un ser amoroso, alguien que esta incompleto pero que tiene los elementos para poder completarse.


"El mito de la caverna"

Mito o Alegoría de la Caverna
Mito con el que Platón describe nuestra situación respecto del conocimiento: al igual que los prisioneros de la caverna que sólo ven las sombras de los objetos, nosotros vivimos en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo que se ofrece a los sentidos. Sólo la filosofía puede liberarnos y permitirnos salir de la caverna al mundo verdadero o Mundo de las Ideas.
      En el libro VII de “República” (514a-516d), Platón presenta el mito de la caverna. Es, sin duda, el mito más importante y conocido de este autor. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora “de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación”, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento. Pero tiene también claras implicaciones en otros dominios de la filosofía como la ontología, la antropología e incluso la política y la ética; algunos intérpretes han visto también implicaciones religiosas.
      La descripción del mito tal y como lo narra Platón en “República” se articula en varias partes:
1. Descripción de la situación de los prisioneros en la caverna.
2. Descripción del proceso de liberación de uno de ellos y de su acceso al mundo superior o verdadero.
3. Breve interpretación del mito.



I. DESCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓN DE LOS PRISIONEROS
      Nos pide Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos: unos figuras de animales, otros de árboles y objetos artificiales, etc. Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por dichos individuos.
      En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad.

II. PROCESO DE LIBERACIÓN DEL CAUTIVO
A. Subida hacia el mundo exterior: acceso hacia el mundo verdadero.
1. En el mundo subterráneo.
      Supongamos, dice Platón, que a uno de los prisioneros, “de acuerdo con su naturaleza” le liberásemos y obligásemos a levantarse, volver hacia la luz y mirar hacia el otro lado de la caverna. El prisionero sería incapaz de percibir las cosas cuyas sombras había visto antes. Se encontraría confuso y creería que las sombras que antes percibía son más verdaderas o reales que las cosas que ahora ve. Si se le forzara a mirar hacia la luz misma le dolerían los ojos y trataría de volver su mirada hacia los objetos antes percibidos.
2. En el mundo exterior.
      Si a la fuerza se le arrastrara hacia el exterior sentiría dolor y, acostumbrado a la oscuridad, no podría percibir nada. En el mundo exterior le sería más fácil mirar primero las sombras, después los reflejos de los hombres y de los objetos en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y la luz de los astros y la luna. Finalmente percibiría el sol, pero no en imágenes sino en sí y por sí. Después de esto concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años, que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.
      Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compañeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería. En el mundo subterráneo los prisioneros se dan honores y elogios unos a otros, y recompensas a aquel que percibe con más agudeza las sombras, al que mejor recuerda el orden en la sucesión de la sombras y al que es capaz de adivinar las que van a pasar. Esa vida le parecería insoportable.
B. Regreso al mundo subterráneo, exigencia moral de ayuda a sus compañeros.
1. Confusión vital por la oscuridad de la caverna.
      Si descendiera y ocupara de nuevo su asiento tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, sería incapaz de discriminar las sombras, los demás lo harían mejor que él, se reirían de él y dirían que por haber subido hasta lo alto se le han estropeado los ojos y que no vale la pena marchar hacia arriba.
2. Burla y persecución.
      Si intentase desatarlos y conducirlos hacia la luz se burlarían de él, lo perseguirían y lo matarían.

III. INTERPRETACIÓN
A. Comparación de las realidades.
     
Debemos comparar la región visible con la morada-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol.
B. Comparación de los procesos.
     
El ascenso y contemplación de las cosas de arriba es semejante al camino del alma hacia el ámbito inteligible.
C. Valor de la Idea del Bien.
      Objeto último y más difícil del mundo cognoscible: la Idea del Bien.
     Idea del Bien: causa de todas las cosas rectas y bellas; en el mundo visible ha engendrado la luz y al sol, y en el ámbito inteligible es la productora de la verdad y de la inteligencia; es la realidad que es necesario ver para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.